domingo, 30 de octubre de 2011

Debemos dormir

Debemos dormir, antes de quemar las naves,
como quien supone que olvida,
debemos dormir.

Trabajar,
como el que cree que es útil,
hasta agotarnos.

Comer, hasta el hartazgo;
debemos beber hasta el hartazgo.

Levantarnos en mitad de la noche
para buscar agua o algo,
mover una cortina, ver el cielo afuera, y
volver a dormir.

Follar, hasta morir; después dormir.

Inédito

sábado, 29 de octubre de 2011

S/t

Cascos de caballos, de eso se acuerda,
de esos cascos, cuando no se escucha otra cosa:
la tranquilidad; ése era el sonido, algo antiguo. A nadie ofusca:
simples,
el excremento sobre el asfalto para decir
aquí pasamos, escuchen,
míseros caballos que todavía rasgan
el día.
Esto era la calle entonces,
ni siquiera polvareda hemos dejado
apenas excremento vivo y todavía tibio:
ninguna batalla, ningún estertor,
pasaron cascos de caballos.

Inédito

viernes, 21 de octubre de 2011

Reír, eso quise

(de archivo)

Remordimiento

Nunca tuve
lo que se dice una buena dentadura.
Con mi boca mordí
su nuca, su garganta,
pero la forma de morder
se fue adecuando al poco
calcio, la poca fuerza, a
las piezas postizas y a las que
fueron salvadas. Reír, eso quise.
Perdí las ganas de morder
como quien deja la vida a un costado,
la ve ahí,
un vestido de fiesta doblado en la silla.

Llovió sobre el jardín, gotean
de lluvia y de un rocío
nocturno
bombitas de colores.

Ahora, con lo que tengo dado
y quitado, con mi boca
beso,
y cada noche, antes de dormirme,
ruego a Dios
no morir con los ojos abiertos
los dientes apretados.

De La dicha, recopilado en La mitad de la verdad, bajo la luna editorial 2004 y 2008 respectivamente.

martes, 18 de octubre de 2011

Antes

“ELLA HABÍA ENCONTRADO UN MUERTO DENTRO DE SU CABEZA”
Vicente Huidobro


Antes, yo leía sin ver,
respiraba hondo.
Amaba piedras,
vivía lo que aprendí, lo que dolía no,
lo que dolía con los ojos,
eso no.

**
Recopilado en La mitad de la verdad (bajo la luna editorial, 2008)

miércoles, 12 de octubre de 2011

Hermano lobo

Y de todas maneras, lo que conocía del caballo universal procedía de la huella, que era singular.                                  
                                                                                                                Umberto Eco

Debo agradecer
su punto de vista
y esa pulcritud silenciosa
o bullanguera
con que (lo)
vaciaban
ideas claras, taciturnas
clandestinas o temibles
eran ideas
que precisé
para entender
un abismo
mudo.

Recopilado en La mitad de la verdad (bajo la luna, 2008)

sábado, 8 de octubre de 2011

A Juana Bignozzi

Alguna vez yo tuve esa violencia en la voz y en el trato,
Juana me la dictaba desde un orden,
desde esa ley: reíte, me decía, de aquel guijarro humilde,
piedra
seremos.
La risa fue envuelta
como se envuelven los panecillos, tiernos,
contundentes, iguales a una fe;
mirábamos Juana y yo las cosas y las cosas
se endurecían como el pan, como el cristal que evita
su zona de clivaje, ese único
punto donde ¡todavía no! hacernos
añicos.
Soberbia como ninguna
ahora escribe Dejame aquí sentada hasta el final
ese día seré conmovedora
digna de piedad. Yo asiento con la cabeza
y cubro sus manos con las mías.

Inédito